jueves, 21 de febrero de 2008

¡SI! Guillermo

¡SI!

¡Oh Dios! Que me diste libertad
ante tus solicitaciones
para contestar: ¡¡Sí!!
como la humilde esclava del Señor,
y como Abraham, tu siervo,
y como todos tus santos.
O para contestar: ¡¡No!!
como Luzbel
y sus ángeles,
y todos los que moran en la gehena.

Oye mi súplica;
acude en mi socorro,
y acepta mi holocausto.
Esta libertad, que es mía, bien mía,
porque Tú me la distes,
como diste Isaac a Abraham,
la pongo en el altar del sacrificio
para que arda en un gran fuego de amor,
y su olor suave
sea grato ante tu acatamiento.

Y reviste a tu siervo
de tu Fortaleza,
para que mi pecho
no tenga más que un eco
ante tu Solicitación,
y responda siempre, siempre, siempre:
¡¡Sí!!

¡Oh Dios! Que has ilustrado
mi mente
para que comprendiera
los principios y reglas generales
de tu Religión,
Concédeme
que el pequeño detalle
de cada día,
de cada hora,
de cada minuto,
no esté nunca ofuscado
por la pereza, con el nombre de descanso;
por la avaricia, con nombre de previsión;
por la cobardía, con nombre de prudencia;
por la soberbia, con nombre de dignidad;
por la envidia con nombre de emulación;
y con segura lucidez
vea pecado donde hay pecado;
para huir lejos, lejos, lejos, a distancia inmensa.
¿Adónde iré?
Me postraré ante tu tabernáculo,
y allí seguiré clamando,
para que tu fortaleza me proteja,
y cuando llegue tu Solicitación
responda siempre, siempre, siempre:
¡¡Sí!!

Guillermo Rovirosa.

viernes, 1 de febrero de 2008

Reflexión desde la Iglesia

AMAMOS A TU IGLESIA

Nos duele la Iglesia. En medio de tantas palabras, actos, comunicados, aplausos y condenas, a nosotros nos duele la Iglesia. Nos resistimos a discutir nuestros problemas en el patio público, pero tampoco queremos que nuestro silencio desfigure tu imagen,  por eso oramos y te decimos:
Señor Jesús amamos a tu Iglesia, presente hoy en la historia; esta Iglesia, Sacramento universal de salvación entre los hombres, esta Iglesia tuya y nuestra, pobre pecadora, limpia y santa.
Y como la amamos, nos duele profundamente cuando se la utiliza como arma arrojadiza contra los otros, cuando se mezcla en batallas  políticas en lugar de fecundar con tu amor toda política, cuando pretende salvar imponiendo, cuando excluye y no acoge, cuando es agraviada y calumniada por aquellos que no te reconocen y desean silenciarte.
Amamos a tu Iglesia, Señor, misterio profundo de Dios y del hombre, esta Iglesia, proyecto maravilloso del Padre, que Tú, el enviado, has realizado con el poder de tu Espíritu.
Has realizado... y sigues realizando, pero no aprendemos y seguimos creyendo que todo depende de nosotros cuando depende de ti. No conocemos los caminos que utilizas para realizar tu plan y  olvidamos que tener fe es no tener miedo, y no tener miedo porque confiamos en ti y sabemos que siguiéndote en el amor y el servicio a los otros y al mundo todo lo demás se nos dará por añadidura.
Amamos esta Iglesia, Señor, lugar donde el Padre ama, llama y envía, lugar donde Tú curas y salvas, donde tu Espíritu libera y vivifica.
Tú no condenas. Amas, curas, salvas, liberas y vivificas al hombre,  varón y mujer, especialmente  amas al pecador, no violentas su libertad, sino que aguardas a que te abra las puertas de su corazón y se dé cuenta de que siempre has estado allí esperándolo. Por eso nos duele que desde algunos programas de la COPE se insulte, acuse y menosprecie a las personas e instituciones presentando como voz de tu Iglesia lo que sólo es una opción política e ideológica.
Amamos a tu Iglesia, Señor, Pueblo de Dios en camino; esta Iglesia enviada a todos los pueblos; casa abierta a todas las naciones.
Iglesia caminante por el mundo y por la historia  al encuentro con todos y con todo, con los que te han conocido y con los que no; con los que te han aceptado y con los que te rechazan; con los que te han manipulado y te manipulan, a todos les dices que tu casa está abierta, no cierras puertas, no ahuyentas a nadie, no condenas ni recriminas,  esperas a ver cómo  tu amor se encarna en la libertad de cada hombre para dar frutos, porque sabes que sólo tu amor puede cambiar el corazón del hombre
Amamos a tu Iglesia, Señor, que ha hecho opción por los más pobres; esta Iglesia, que es servidora, buen samaritano del hombre apaleado por la injusticia y explotado en el trabajo.
No permitas que añadamos más injusticia a la que ya padecen. Ayúdanos a seguir cercanos a los enfermos,  excluidos, parados, empobrecidos, casados, separados, divorciados, heterosexuales, homosexuales, embriones..., ayúdanos a eliminar todos los calificativos para poder encontrarnos sólo con el hombre  y amarlo sabiendo que ese amor es el camino para que se encuentre contigo y te descubra como el Camino, la Verdad y la Vida.
Amamos a  tu Iglesia, casa abierta a todos los pueblos, razas y naciones.
Por eso pedimos a los sucesores de los Doce, que sean perseverantes sin dejar de ser tolerantes, previsores sin dejar de ser confiados, pastores sin dejar de ser  hermanos, que no estén por encima, sino dentro de la comunidad, y con los brazos abiertos para acoger a todos, porque esos brazos abiertos son el signo del amor en el que se cumple toda la ley.
Amén.